“Cuerdas” es un cortometraje que,
en solo 11 minutos, cuenta la historia de una niña llamada María y su gran
amigo, un niño con parálisis cerebral.
La historia empieza con la espontánea
y sincera amistad entre un niño con parálisis cerebral y una chica que, desde
el primer momento, se acerca a él. No lo rechaza. Así, comienza a jugar con él
atando cuerdas a las extremidades del chico para que parezca que se mueve.
Un día, él no puede salir al
recreo. No se siente bien. Entonces, María pone un disco de vinilo mientras las
notas de piano se cuelan entre los dos amigos. Ella coge a su pequeño amigo y
lo abraza. El chico, feliz, imagina que está bailando con ella en un gran
salón. Imagina que baila con ella como nadie lo haría.
Esa noche el niño muere. María encuentra
la silla de su amigo, vacía, solo hay una pequeña cuerda. Ella pensó que al fin
su amigo se había levantado. “¡Podrían jugar juntos!” pensó. Sin embargo, oye a
su profesora hablar de la cruda realidad.
Veinte años después, ella es
profesora en un centro para alumnos con alguna discapacidad. Va a dar clase y
la última imagen que se ve es la mano de María con la cuerda de su amigo
enrollada en su muñeca.
Al final del corto, Pedro Solís
dedica tres frases. Una, a su hija por inspirarle el corto (el personaje de
María), otra a su hijo (con parálisis cerebral, el personaje del corto está
completamente basado en él) y a su mujer, por todo lo que ha soportado y por
todas las lágrimas que no ha derramado frente a él.
El cortometraje es muy conmovedor
ya que este tipo de temas a todos nos llega al alma pero pocos ayudan de verdad
a estos niños. Quizá a todos nos toque la fibra sensible porque a la hora de la
verdad, desgraciadamente la mayoría giran la cabeza, apartan la vista y
prefieren ignorar el dolor de esas personas para no sentir su tristeza. A veces
las personas podemos ser bastante hipócritas y frías.
El corto deja caer varios
mensajes que hay que tener en cuenta. Hay que resaltar el hecho de que el
protagonista sea anónimo. En ningún momento del vídeo se dice el nombre del
chico con parálisis cerebral. Esto simboliza que él puede ser cualquiera.
Representa la vida de una persona
normal, sin nombre, desconocida, discapacitada tanto psíquica como
físicamente. Es una forma muy
inteligente de reflejar la verdad de la vida de muchos niños y familias. Así
habrá personas que se sientan identificados con uno de los dos personajes.
La actitud de María es
extraordinaria. Es la única niña en todo el centro que se acercó a él. Que lo
tocó. Jugó con él. Bailó con él. Que lo trató como a otro, sin distinción. Es
más, incluso utilizó su desbordante imaginación de niña para idear una forma de
jugar con su amigo. Las cuerdas se convirtieron en lazos que la unían a él de
una forma íntima y especial. De una forma solo de ambos. Así, él se convirtió
en el mejor amigo de María y ella significó para él la única persona que lo
trató, al fin, como un niño normal. A pesar de la poca vida que latía en el
pecho del joven, esos últimos días, latidos, suspiros, fueron mejores que todos
los años anteriores. Para los dos.
También hay que criticar la
actitud de los demás niños frente al protagonista del corto. En sus ojos solo
había rechazo. Ni siquiera querían estar cerca de él. Esto pasa en el corto,
sí, pero lo que es realmente triste es que pase todos los días en la vida de
miles de niños como él. La verdad, esa actitud da asco y ojalá esas personas
que los tratan así tuvieran la sinceridad, dulzura y buen corazón de esos a los
que, sin ningún remordimiento, llaman “esos raritos”, “esos tontitos”.
Simplemente eso, ojala todos ésos tuvieran la décima parte de corazón que el
protagonista del corto.
El corto es brillante y merece el
reconocimiento recibido. Es emotivo, inteligente y sobre todo, real. A nosotras nos ha encantado
y por ello querríamos acabar reconociendo el valor de todas estas personas con
alguna discapacidad porque hay que vivir solo uno de sus días para darse cuenta
de lo duros que son y la capacidad de superación que hay que tener para
levantarse de la cama y enfrentarse a la vida como ellos lo hacen. Quisiéramos
aprovechar para dedicarle este comentario a todos esos niños y en especial a
los alumnos del aula específica de nuestro centro.
Un aplauso para vosotros.
Realmente os lo merecéis.
Por: Belén March y Natalia Encinas
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