GRACIAS Y HASTA SIEMPRE…
Parecía
que este momento nunca iba a llegar. Aún recordamos ese primer día en el que
nos sentíamos “mayores”, albergábamos la esperanza de que viviríamos algo único
que siempre recordaríamos. Muchos ni siquiera durmieron la noche de antes
porque, a ver, éramos los novatos del instituto, todo era nuevo y emocionante.
Poco
a poco nos fuimos familiarizando con esos pasillos verdes, esos pupitres
grabados desde hace años, aprendimos a evitar la mesa llena de chicles pegados
y la silla que, vilmente, arranca pelos a diestro y siniestro. También aprendimos
a escoger un lugar estratégico en el patio. Pasaban los días, los meses y ésta
ya era nuestra rutina.
Entablamos
una estrecha relación con nuestros primeros profesores. Cómo olvidar los típicos
motes de Don Fran, el pelo pincho de Don Rafa López y esa melena al viento de Don Rafa Moreno. También es
imposible olvidar a Don Jacinto y sus corros siempre acompañados de ratos de
risa. Y Doña Juani, qué decir de ella,
quizás sus largos exámenes con letra microscópica y números desordenados o la
interminable lista de verbos y sus correspondientes copias. No me digáis que no
extrañáis ese meñique alzado de Doña Emi. Ese “Pero hombre hijo mío” ¿a quien
os recuerda? Efectivamente a nuestro Don Félix.
Nos
hemos dejado a muchos en el tintero pero nos va a ser imposible olvidarnos de
todos nuestros profesores, sobre todo de los de este último año. En especial
queremos agradecer vuestra paciencia, vuestras enseñanzas, vuestras riñas y
también todas esas risas… Hay muchísimas cosas que guardaremos en nuestro
corazón para siempre y que recordaremos con una sonrisa en los labios. Queremos
agradecer en especial el trabajo y cariño durante todo el curso a nuestra
tutora. Gracias Doña Elena, por todo esto y mil cosas más que ni siquiera podemos expresar en palabras; siempre te
recordaremos, merci.
Volviendo
la vista atrás, es inevitable recordar a nuestros compañeros, nuestros grandes
amigos. También a ellos queremos darle las gracias. Hubo momentos en los que nos peleamos, nos
insultamos, nos llamamos por distintos motes (unos bastante divertidos y otros
menos), pero en el fondo sabíamos que estábamos unidos, que ninguna de esas
tonterías nos iban a separar y que siempre estaremos los unos para los otros.
Ha
habido muchos buenos momentos y nos quedamos con todos ellos cerrados bajo
llave en un rinconcito de nuestra mente. Sin embargo, hay algunos que nos
marcaron especialmente entre ellos hay que destacar las excursiones de segundo a Sierra Nevada y
ese gran día en Córdoba que más que una excursión fue casi como un día en
familia. Por supuesto hay que resaltar esa gran semana en Valencia, llena de
recuerdos bañados en sol y agua de mar. Llenos de risas, de canciones absurdas
y de bailes sin motivos. Esos días fueron inolvidables sobre todo por la
compañía de nuestros amigos y de dos grandes profesores. Don Gabriel, Doña
Carmen. Ya lo sabéis todo pero aún así solo queremos deciros esto: muchísimas
gracias.
Tampoco
queremos alargar esto demasiado o a más de una se le va a correr el rimmel.
Ahora mismo, sentimos una avalancha de recuerdos, emociones que se desbordan.
Aunque hemos llegado al final de este camino, la línea de meta se mezcla con la
de salida. Se repite el ciclo. Todos estamos deseando comenzar nuevos
proyectos. Vamos a seguir caminando, aunque ahora, nuestros pasos serán más
firmes gracias a estos cuatro años.
Ahora,
cuando nuestra mirada se pierde en el horizonte y sabemos que comienza una
nueva carrera, solo nos sentimos felices y llenos de agradecimiento. Por eso,
gracias a todos los profesores porque os atesoraremos en nuestros recuerdos.
Por eso, gracias y hasta siempre Instituto Ricardo Delgado Vizcaíno.
Belén
March, Nuria Muñoz, Miriam Gil y María José Molina
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